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Familia ítalo-siria entre las víctimas

"Peor desastre en 100 años en la región".

Tuit del canciller italiano Antonio Tajani.

Redazione Ansa

(ANSA) - ANKARA, 11 FEB - Terminaron las esperanzas por la familia ítalo-siria de la que no se tenían más noticias desde el lunes, día del devastador terremoto que provocó hasta ahora más de 25.000 muertos entre Turquía y Siria.
    Los cuerpos, de tres adultos y tres menores, fueron recuperados en Antioquia, adonde habían ido para festejar el nacimiento del hijo de un pariente, partiendo de la provincia de Milán, como anunció esta mañana el ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Tajani.
    Prosigue, en vez, la búsqueda de Angelo Zen: en las últimas horas, a más de un cargamento de ayuda para Siria, partió también un equipo de la Unidad de Crisis de la Farnesina con dirección a Kahramanmaras, epicentro turco del sismo, donde se hallaba por trabajo el empresario veneto.
    Hoy, no obstante, pasaron ya seis días de lo que el jefe de las ayudas internacionales de la ONU, Martin Griffiths, definió como "el peor desastre de los últimos 100 años en la región", los socorristas continuaron la búsqueda de personas vivas bajo los restos de los edificios pulverizados.
    Una niña de dos años fue salvada después de 122 horas en la provincia turca de Hatay. Luego fue el turno de un recién nacido de 2 meses, en el sur del país. Una anciana de 83 años en la provincia de Malatya, un joven de 16 años, una niña de 13 años en Antakia, una familia de cinco personas. "¿Existe todavía el mundo?", se preguntó Menekse Tabak, de 70 años, mientras era liberada de las ruinas en Kahramanmaras.
    Historias milagrosas de sobrevivencia, en el mar de la devastación. Pese a que las previsiones se anuncian tétricas: el balance de los muertos entre Turquía y Siria podría "duplicarse", estimó Griffiths, "es terrorífico". "Difícil imaginar una emergencia más compleja", aseveró el vocero ONU para Siria.
    Palabras a las que se agrega el relato del corresponsal de la BBC: "Hemos visto a los niños excavar con las manos entre los escombros" en Harem, en la provincia de Idlib, controlada por los rebeldes.
    "Ninguno nos ha ayudado", dijo Abu Ali, explicando que su hija el lunes pasado estaba todavía viva bajo los escombros. La extraje con mis propias manos, con la ayuda de vecinos, cuando ya era demasiado tarde.
    El vocero del secretario general de la ONU aclaró que en Siria "hasta 5,3 millones de personas podrían quedar sin hogar.
    La seguridad es muy difícil". Y justamente la cuestión de la seguridad interrumpió en Turquía los equipos de socorristas austriacos y alemanes: "Hay indicaciones de choques entre diversas facciones, dispararon armas de fuego" en el área donde operan militantes kurdos y rebeldes sirios.
    La presidenta de la Comisión UE, Ursula von der Leyen, anunció que "a comienzos de marzo será convocada una conferencia de donantes para movilizar ulteriores fondos para los auxilios". Cierto, se necesitará tiempo. Pero ahora son las horas, los minutos, los que cuentan. Como lo fue para Zeynep Kahraman, de 40 años, que permaneció sepultada por más de cien horas bajo el cemento armado en el sur de Turquía.
    Los socorristas llegaron tras dos días, dijeron los parientes, y luego se ocuparon 10 horas para liberarla de la profundidad de las ruinas. Hoy sus hermanos hicieron saber que falleció en un hospital. "Pero nuestro esfuerzo no fue en vano: falleció en los brazos de su familia", comentó el médico que la socorrió.
   

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