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Nuevos tesoros arqueológicos en San Casciano

Un Apolo de mármol surgido del agua. Emoción de los investigadores

Redazione Ansa

(ANSA) - SAN CASCIANO, por Silvia Lambertucci - Un joven Apolo, elegante y hermoso, ocupado cazando un lagarto. Después de la maravilla de los bronces, se trata de una estatua monumental, de casi dos metros de altura, copia en mármol de un original en bronce del griego Praxiteles, el último tesoro recuperado del barro y el agua hirviendo de las excavaciones de San Casciano, las legendarias termas cercanas a Florencia.
    Un hallazgo extraordinario, como informa a ANSA el profesor Jacopo Tabolli de la Universidad para Extranjeros de Siena, que va acompañado de un donativo de piedra muy particular con una inscripción bilingüe y un sinfín de pequeños objetos de bronce, terracota e incluso cristal que abren una puerta fascinante de la vida diaria del santuario.
    "Las excavaciones de San Casciano no dejan de sorprender", aplaude desde el Mic el director general de arqueología, Luigi La Rocca: "No sólo se dedicaron bronces a las divinidades de la salud veneradas en este extraordinario santuario acuático, sino también valiosas estatuas de mármol, a veces réplicas, como en este caso, de originales griegos, prueba del conocimiento de sujetos pertenecientes a las más variadas clases sociales, desde las ricas aristocracias etruscas hasta los más humildes trabajadores dedicados a la construcción de edificios sagrados".
    Y eso no es suficiente. Porque al ampliar el perímetro de la excavación, lo que inicialmente parecía un pequeño edificio sagrado construido alrededor del manantial y su pila ritual, se ha revelado en los últimos meses como un verdadero templo con un pórtico adornado con cuatro columnas y la parte central con la gran pila cubierta parcialmente por un podio decorado con grandes estatuas, una de las cuales quizás fuera la del joven Apolo.
    Una joya de arquitectura monumental y de ingeniería hidráulica, en definitiva, construida, en total continuidad de culto, sobre una antigua capilla etrusca cuyos espléndidos muros han sido descubiertos en los últimos meses.
    Aunque los romanos, quizás precisamente para hacer más estable su templo, quisieron ajustar su orientación en el suelo, girándolo ligeramente, después de haber ampliado y hecho más suntuosa la pila destinada a recibir las ofrendas.
    "Una prueba más del valor sagrado que aquí se daba al agua caliente del manantial, que se sentía precisamente como una divinidad que brotaba de la tierra y que tenía su morada en este templo", subraya Tabolli señalando los miembros afilados del gran estatua, recién confiada al cuidado de los restauradores.
    La emoción es fuerte, aunque, a diferencia de los bronces expuestos hoy en el Quirinal que llegaron intactos, este Apolo lamentablemente está reducido a pedazos, algunos de los cuales, como los brazos y partes de la cabeza, aún no se han encontrado.
    "No fue casualidad, esta estatua fue rota deliberadamente y luego arrojada a la cuenca en el momento del cierre definitivo del sitio en el siglo V d.C., es difícil decir con certeza si fue por un último acto ritual pagano de protección o bien como voluntad iconoclasta de los cristianos", señala el director de la excavación, el arqueólogo Emanuele Mariotti, indicando el punto donde la fuerza impetuosa del agua, que ahora fluye a 30 litros por segundo, ha traído las espléndidas piernas del dios a la luz.
    "Estaban ocultos por una columna bajada verticalmente para cerrar y sellar todo - explica - cuando los encontramos frente a nosotros fue una locura. Detrás de las piernas, sumergiéndose boca abajo, salió el busto y luego un pequeño altar, en un secuencia increíble".
    Una punzada en el corazón en cierto modo incluso mayor que la que se sintió hace un año, cuando los bronces fueron sacados del agua y barro.
    "En nuestros brazos ese cuerpo de mármol estaba tan caliente que parecía vivo", señala emocionado Tabolli. Porque aunque en pedazos, subrayan los arqueólogos, también en este caso compartieron el descubrimiento con una densa red de expertos, el Apolo de San Casciano tiene un enorme interés científico.
    De la estatua de Praxíteles -cuyo original es quizás el bronce conservado en Cleveland- hay varias copias romanas en mármol expuestas en museos de todo el mundo, las más conocidas en el Louvre y el Vaticano.
    Sin embargo, ninguno está vinculado a un contexto concreto, así como tampoco existe ningún mito que explique el significado de aquel juego entre el dios y el lagarto.
    "Pensamos también en el otro Apolo, el de bronce que encontramos hace un año. Y luego en los diversos altares dedicados al dios", señala Tabolli. "Junto a la deidad del agua, gran protagonista de una historia de enfermedades y curaciones, de angustias y esperanzas redescubiertas que aquí dura siete siglos". (ANSA).
   

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