Por Cristoforo Spinella
(ANSA) - ESTAMBUL, 12 ENE - "La tierra tembló bajo mis pies,
como si fuese un terremoto". En el momento de la explosión, Ali
Ibrahim Peltek estaba de pie ante su kiosco de comida, justo
delante de la plaza de Sultanahmet donde un terrorista kamikaze
de Estado Islámico se hizo saltar por los aires matando a 10
turistas, en su mayoría alemanes, e hiriendo a otros 15. "Fue una explosión muy fuerte, estaba de pie y tuve la
impresión de que el piso se moviese", relató a ANSA. "El año
pasado hubo otra cerca, ante una estación de policía, pero nada
que ver con la de hoy, vi a varias personas por el suelo y
después de dos o tres minutos las ambulancias que llegaron",
añadió. Como él, los numerosos testigos presentes en la zona en el
momento del ataque, en su mayoría comerciantes de las tiendas de
comida y souvenirs de la plaza, hablaron de un estallido
repentino que sacudió el corazón turístico de Estambul mientras
todavía no era la hora punta.
"No me imagino que habría podido pasar si hubiese ocurrido
unas horas después, hacia mediodía", dijo Ahmet, vendedor
ambulante de simit, las típicos buñuelos de pan al sésamo. "Una
situación de pánico absoluto, la gente corría y no se entendía
qué había pasado, pero yo pensé inmediatamente a un kamikaze,
porque después de Ankara todos sabíamos que antes o después
habría un ataque en Estambul", agregó. Los primeros testimonios oculares evocaron escenas aún más
dramáticas, con cuerpos hechos jirones, esparcidos en torno al
lugar de la explosión, a dos pasos de la neo-bizantina fuente
alemana. Imágenes terribles que hicieron pensar en un dramático
balance de víctimas. Llegada al lugar, la policía acordonó la zona. Poco más de
una hora después de la deflagración, la plaza, normalmente llena
de turistas, estaba desierta. No había nadie ante la basílica de
Santa Sofía, pocos curiosos sentados en los bancos callejeros. Una pareja de ingleses, que en el momento del estallido se
encontraba cerca del vecino Gran Bazar, relató haber escuchado
el estruendo y haberse alejado corriendo. Después, en cambio,
volvieron atrás para intentar entender qué había pasado. Pero son pocos los que decidieron quedarse en la zona del
atentado. Solo se veía un desierto espectral entre Santa Sofía y
la Mezquita Azul, en el corazón de la ciudad, que Estambul
espera no tener que volver a ver.
Y8K-ADG/MRZ
12/01/2016 22:09
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