Por Fausto Gasparroni
CIUDAD DEL VATICANO, 25 (ANSA)- El papa Francisco recordó hoy
en su mensaje Urbi et Orbi (para Roma y para el mundo) a "todos
los niños hoy muertos y maltratados, sea antes de ver la luz,
privados del amor generoso de sus padres y sepultados en el
egoísmo de una cultura que no ama la vida, sea aquellos niños
desplazados con motivo de las guerras y persecuciones, abusados
y explotados bajo nuestros ojos y nuestro silencio cómplice". También a los niños "masacrados bajo los bombardeos allí
donde nació el hijo de Dios", dijo Francisco, subrayando que
"aún hoy su silencio impotente grita bajo la espada de tantos
Herodes, sobre su sangre sobrevuela hoy la sombra de los
actuales Herodes". El discurso del Papa, desde San Pedro y frente a unas 80.000
personas, fue una intensa invocación de paz por los conflictos
en curso en el mundo. Rezó por "nuestros hermanos y hermanas de Irak y de Siria,
que desde hace demasiado tiempo sufren los efectos del conflicto
en curso y, junto con los miembros de otros grupos étnicos y
religiosos, sufren una brutal persecución". Que la Navidad "les lleve esperanza -deseó- como a los
numerosos desplazados y refugiados, niños, adultos y ancianos,
de la región y del mundo entero". Deseó también que la Navidad "cambie la indiferencia por
cercanía y el rechazo por acogida, para que quienes ahora sufren
puedan recibir las ayudas humanitarias necesarias para
sobrevivir a la rigidez del invierno, regresar a sus países y
vivir con dignidad". Jorge Bergoglio también pidió paz para "todo Medio Oriente",
a partir de Tierra Santa, "apoyando los esfuerzos de aquellos
que se empeñan efectivamente por el diálogo entre israelíes y
palestinos". Rezó asimismo por "cuantos sufren en Ucrania", augurando "a
esa amada tierra que supere las tensiones, venza al odio y la
violencia y emprenda un nuevo camino de fraternidad y
reconciliación". El auspicio de paz alcanzó a Nigeria, donde "otra sangre es
derramada y demasiadas personas son injustamente sustraídas a
sus propios afectos y mantenidas como rehenes y masacradas". Francisco se refirió a otros países en conflicto en
Africa, como Libia, Sur Sudán, República Centroafricana y varias
regiones de la República Democrática del Congo: "Pido a los que
tienen responsabilidades políticas que se empeñen a través del
diálogo en superar los contrastes y construir una convivencia
fraterna duradera". El Papa pidió salvación para los "demasiados niños víctimas
de violencia, objeto de comercio y de la trata de personas, o
bien obligados a convertirse en soldados". No dejó de invocar "consuelo para las familias de los niños
muertos en Pakistán la semana pasada". Su pensamiento fue luego
para "los que sufren por las enfermedades, en particular las
víctimas de la epidemia de Ebola, sobre todo en Liberia, en
Sierra Leona y en Guinea". Francisco agradeció "de corazón a los que están actuando con
valentía para asistir a los enfermos y sus familiares",
renovando la invitación a "garantizar la asistencia y
las terapias necesarias". Pensando finalmente en los que sufren "guerras,
persecuciones, esclavitud", rezó para que "con su mansedumbre el
poder divino quite la dureza de los corazones de tantos hombres
y mujeres inmersos en la mundanidad y en la indiferencia, la
globalización de la indiferencia". En la misa navideña, Francisco habló anoche de la necesidad
de "ternura", en un mundo aún signado por la "violencia, las
guerras, el odio y las vejaciones". Ese es, según el Papa, el mensaje de Navidad: "La
ternura de Dios" hacia el hombre, encarnada en "un niño envuelto
en pañales, colocado con cuidado en un pesebre", cuya venida es
"la luz que vence a la oscuridad". En la liturgia de Nochebuena, el pontífice explicó que el
anuncio de la noche de Navidad "nos revela que Dios es Padre y
que su paciente fidelidad es más fuerte que las tinieblas y la
corrupción", cuyos orígenes vienen "del oscuro momento en el que
fue cometido el primer crimen de la humanidad", el de Caín
contra su hermano Abel. Pero, en aquél niño que nace en Belén existe el signo de la
"humildad de Dios llevada al extremo", existe el amor en el que
aquella noche "asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos,
nuestras angustias, nuestros deseos y nuestros límites". Un Dios, en suma, dijo Francisco, "que nos mira con ojos
llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, enamorado de
nuestra pequeñez".
"Cuánta necesidad de ternura tiene hoy el mundo", exclamó
el Papa, para quien "la vida tiene que ser afrontada con bondad,
con mansedumbre".
GR-MI/ACZ
25/12/2014 15:11
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