Por Marcos Romero
CIUDAD DE MEXICO, 8 (ANSA)- La desaparición y probable muerte
de 43 estudiantes en el estado sureño de Guerrero hace un mes y
medio acentuó la crisis política y social en México y acentuó el
temor de algunos sectores sobre el riesgo de la radicalización
de las protestas e inclusive de brotes rebeldes. "El estallido social armado es una voz que, desgraciadamente,
va resonando. Ojalá que todos podamos poner de nuestra parte
para que esas voces se conviertan en esperanza", señaló el
arzobispo Carlos Garfias, de la diócesis de Acapulco, el famoso
centro veraniego del Pacífico, en el estado de Guerrero. Garfias llamó a "la concordia y la paz" a los grupos
guerrilleros en el estado, que han hecho oír su voz tras el
asesinato de seis personas en Iguala, tres de ellas estudiantes,
y la desaparición de los "normalistas" de Ayotzinapa el 26 de
septiembre pasado, a "la concordia y la paz".
La semana pasada, medios locales señalaron que los grupos
rebeldes, que en los 60 y 70 tuvieron amplia actividad en el
estado sureño de Guerrero y esporádicas apariciones en los 90,
han resurgido en esa región del sur de México tras la crisis
derivada de la desaparición de los estudiantes en Iguala. Sólo durante el mes de octubre, las organizaciones
guerrilleras lanzaron una larga serie de comunicados para hacer
pública su postura en torno al caso de los jóvenes secuestrados
por policías municipales en la ciudad de Iguala. Fuentes de inteligencia citadas por el semanario Proceso
señalaron la semana pasada que los grupos extremistas "preocupa
al gobierno federal, que teme la radicalización" de esas
organizaciones armadas. Hay al menos cinco grupos rebeldes en Guerrero cobijados por
la Asamblea Nacional Popular (ANP): el Ejército Popular
Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario del Pueblo
Insurgente (ERPI) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),
las Milicias Populares y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias-Liberación del Pueblo.
Por las aulas de la Escuela Normal de Ayotzinapa, a la que
pertenecen los estudiantes desaparecidos, pasaron dos
legendarios jefes rebeldes de los años 60 y 70, Genaro Vázquez
Rojas y Lucio Cabañas. Coincidentemente, la Conferencia del Episcopado mexicano
(CEM) señaló que recibió con "gran consternación" la información
del procurador Murillo, según la cual los estudiantes habrían
sido quemados vivos y sus cenizas arrojadas a un río, según el
testimonio de tres detenidos. Los jerarcas católicos unieron su voz a de los familiares y
de toda la sociedad y proclamaron un "¡Basta ya de tanta
corrupción, impunidad y violencia!"
También exigieron "hacer valer el estado de derecho para
poner fin a toda forma de violencia, actividad ilícita,
corrupción, impunidad, nexos y complicidad de algunas
autoridades con el crimen organizado". Además lanzaron un llamado a las "fuerzas políticas y a la
sociedad" a "no lucrar con esta desgracia, y a contribuir con
responsabilidad a la creación de un México en el que la vida,
dignidad y derechos de todo hombre y de toda mujer sean
plenamente reconocidos, respetados, promovidos y defendidos".
Ante las cada vez más amplias movilizaciones en las
principales ciudades del país y el extranjero, el periodista y
escritor Juan Villoro afirmó que "hay un clamor emocional de que
esto debe cambiar" pero dijo que el problema es qué hacemos con
este dolor, con esta emoción para cambiar al país".
La semana pasada, una estación del metrobús al sur de la
capital mexicana cercana al campus principal de la Universidad
Nacional Autónoma de México, fue incendiada por jóvenes con el
rostro cubierto, junto con un bus articulado. Analistas consideran que esta es la peor crisis que ha
enfrentado el presidente Peña desde que asumió el cargo el 1 de
diciembre de 2012.
MRM-ADG/ACZ
08/11/2014 19:26
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