Por María Zacco
POSADAS (MISIONES), 23 (ANSA)- Los sonidos y colores de la
selva, el trabajo de los cosecheros, balseros y el "mensú" de
Misiones, provincia argentina que limita con Brasil y Paraguay,
están presentes en la música de Ramón Ayala, homenajeado en un
documental del fotógrafo Marcos López, que se exhibe en el marco
de la primera edición del Festival Internacional de Cine Tres
Fronteras.
La muestra se lleva a cabo en la ciudad de Puerto Iguazú,
Misiones, donde hasta el 25 de octubre se exhibirán unas 70
películas, con foco especial sobre producciones argentinas,
brasileñas y paraguayas.
"Ayala es un gran poeta. Su sonido es el de la selva. Su
música te transporta emocionalmente hacia una reflexión
existencial esencial: el hombre frente al milagro de la
creación, solo, en medio de la naturaleza. Eso tienen las
canciones de Ramón", dijo López en entrevista con ANSA. El documental muestra al músico y pintor en su casa del
barrio porteño de San Telmo, en su Misiones natal o de gira, con
sus espectáculos. También registra entrevistas con Ayala, su
esposa y varios fans, entre los que se encuentran desde un
famoso publicista, artistas, hasta un hombre del conurbano de
Buenos Aires que se gana la vida grabando CDs con éxitos del
cantante. La estética del film se condice con el estilo que López le
imprime a sus particulares fotografías: mucho color, elementos
del mundo popular, collages y maravillosas puestas en escena. Se
lo ve a Ayala siempre vestido de gaucho, con bombachas, botas,
sombrero y la guitarra en mano. El toque especial lo aporta una
peluca de abundante cabello color castaño con la que siempre
aparece en público. Ayala, no muy popular en Argentina, es reconocido en todo el
mundo. No solo por haber creado especialmente un ritmo para su
provincia, el "gualambao", en compás de doce octavos, que tiene
elementos de polka, lo que le otorga un sonido distintivo. El nombre surge del instrumento homónimo usado en la zona de
las Tres Fronteras, compuesto por un arco, con una calabaza
adosada en un extremo. Ese sonido acunó al músico desde que era
pequeño, por eso, cada pieza de "gualambao" es un reconocimiento
a su tierra. En 1958 compuso la primera pieza "El Gualambao", aunque su
canción más reconocida es "El Mensú" -hace referencia a los
trabajadores de campo del noreste argentino- que fue cantada los
fogones revolucionarios de Sierra Maestra durante la Revolución
Cubana (1958-1959).
Ayala es, ante todo, el más fiel representante de la cultura
del litoral argentino, al que describe en sus canciones,
coloridas pinturas y libros de poesía. Esa faceta de artista
múltiple es la que atrajo a López, quien acaso encontró un alter
ego en el misionero. "Desde que comencé este proyecto caótico, sin guión fijo, no
me propuse hacer un homenaje al poeta y compositor casi
desconocido para el gran público. Se me ocurre que necesitaba un
capitán de barco que me guiara para navegar río arriba el Paraná
hacia las entrañas de la América profunda…hacia el ‘interior’
(reforzando las comillas). Al mismo tiempo, debe haber sido un
acto intuitivo: investigar a alguien que es como un espejo de mí
mismo, descubrir cómo es el proceso creativo de un poeta",
explicó el fotógrafo argentino. Según López, "uno siempre hace una foto, una pintura o una
película para hablar de sí mismo en relación con la percepción
del mundo. Varias personas me dijeron ‘Marcos, sos parecido a
Ramón!’. Algo de eso debe ser verdad. Mi obsesión de profundizar
en su figura, en algún aspecto es un ejercicio de
introspección". A través de la cámara de López, Ayala se convierte en un
personaje folclórico que navega entre aquel que describe la
idiosincrasia de su lugar de pertenencia y el personaje armado,
casi de leyenda, con el que simpatiza su público. La estética de
las imágenes se parece, muchas veces, al de un culebrón de
televisión.
Es precisamente ese estereotipo el que atrae a López, cuyo
estilo, bautizado como Pop Latino, fue un punto de inflexión en
la fotografía argentina de los años noventa. La sobrecarga de
los recursos tradicionales del arte pop, quedan despojados de su
clásico optimismo y se transforman en parodia teatral.
"Cuando a inicios de los noventa intenté definir mi trabajo
Pop Latino escribí un ‘manifiesto’ donde decía ‘el estereotipo
del estereotipo como camino para llegar a la esencia del
problema. Me interesa transitarlos. Ser latinoamericano tiene
que ver con la fuerza del mestizaje, la violencia, el desorden,
la alegría, el descontrol, la injusticia social, el sur... ver
al norte como lo que no se tiene", sostuvo. A la hora de hablar de su primera incursión en el cine con
soltura, López asegura que trabaja siempre "desde el miedo, el
error y la provocación" que lo impulsan experimentar en nuevos
campos. Como artista multifacético, está siempre creando. Una frase,
una imagen vista desde un taxi o sus constantes pesadillas son
su fuente de inspiración. "Vivo en constante conexión con mis imágenes internas, no
puedo parar, creo que es demasiado –concluyó el fotógrafo-.
Tengo dos psicólogos, una osteópata y un médico chino que cura
con hierbas. Los cuatro me dicen: ‘Marcos, tenés que respirar,
caminar, hacer yoga, no se puede estar todo el día en acción".
MRZ/ACZ
23/10/2014 21:53
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