Por Ernesto Pérez
ROMA, 20 (ANSA)- Dos operas primas, una brasileña, "Obra" de
Gregorio Graziosi, y otra argentina, "Mauro" de Hernán Rosselli,
compartieron la quinta jornada del 9/no Festival Internacional
de Cine de Roma. "Obra", magníficamente fotografiada en blanco y negro por
André Siqueira Brandao, muestra la abigarrada acumulación de
edificios de una megalópolis (en esta caso Sao Paulo),
convertida en coprotagonista del film. El personaje principal es un joven perteneciente a una rica
dinastía de arquitectos que descubre que en un terreno de
propiedad de su familia, donde está levantando un rascacielos,
se encuentra un cementerio clandestinos, de esos que
perennemente afloran del suelo latinoamericano, víctima de las
guerras sucias de los años '70 del siglo pasado. Protagonizado por Irandhir Santos, el film tiene un ritmo
lento y majestuoso que por momentos puede irritar al espectador
pero que sirve muy bien el propósito del director de recordar un
período sombrío de la reciente historia brasileña y criticar al
mismo tiempo el abusivismo edilicio que ha convertido a Sao
Paulo en un colmenar abigarrado. Hernán Rosselli es un autor completo en el sentido que ha
producido, dirigido, escrito y montado su opera prima, un film
que cuenta los avatares de un pequeño despachador de dinero
falso que trata de fundar una imprenta por cuenta propia que le
es destruida por sus antiguos empleadores. Después de un breve lapso como enfermero de un geriátrico,
Mauro volverá a su antiguo oficio de falsario, esta vez como
dependiente, pero falsificando billetes de cien dólares en lugar
de los más modestos 20 pesos argentinos. "Mauro" sigue la senda trillada de mucho cine argentino de
mostrar segmentos de vida, casi sin progresión dramático y
deteniéndose a describir momentos de la vida cotidiana (un
asado, una visita en discoteca, una fugaz relación amorosa, los
encuentros con los amigos) pero logra fascinar al espectador con
la minuciosa descripción del viejo oficio de falsario. "Doce hombres en pugna" (Twelve Angry Men), el telefilm de
Reginald Rose y el film de Sidney Lumet, después de haber pasado
por la lente minuciosa del director ruso Nikita Mijalkov en
"12", asume nueva vida en China, medio siglo más tarde, con
"Shier gongmin" (12 ciudadanos), opera prima del joven y
eminente director teatral Xu Ang. Xu respeta las tres unidades aristotélicas para contar esta
vieja y siempre vigente historia de un jurado que siembra las
dudas en sus once compañeros acerca de la culpabilidad de un
acusado. Como en el código penal chino no existe este tipo de proceso,
Xu y sus guionistas Han Jinglong y Li Yujiao inventaron un
jurado de padres de estudiantes de jurisprudencia que han
montado un juicio propio sobre un hecho real y de paso echando
una mirada crítica a la sociedad china, cada vez más polarizada
entre ricos y pobres, sin dejar de recordar con valentía el
medio siglo de dictadura maoista.
PN/MRZ
20/10/2014 17:04
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