WASHINGTON, 16 (ANSA)- Decenas de personas condenadas
por error, y absueltas luego gracias a pruebas de ADN por pura
suerte o por abogados que nunca se rindieron, luchan para
conseguir un resarcimiento tras pasar 15, 20 y hasta 30
años en prisión en las cárceles norteamericanas. Son los llamados "Dead men Walking" (como el famoso film con
Sean Penn y Susan Sarandon), que hoy se encuentran luchando por
una compensación en un mundo que ya no conocen. De los 146 condenados a muerte después de 1973 en 26 estados
norteamericanos, unos 30 se reunieron en Filadelfia en el
congreso organizado por "Witness To Innocence", la organización
que reúne a los "supervivientes de la pena capital" y sus
familiares. El objetivo era compartir su experiencia, intercambiar
consejos prácticos y pedir justicia para quienes aún están en el
pasillo de la muerte. Había negros, blancos e hispanos
procedentes de todo el país para responder al llamado
de "Witness to Innocence". Todos arrastraban un recorrido semejante de errores
judiciales, mentiras, falsos testimonios, confesiones por
maltrato, pobreza y a menudo racismo. El último inocente es Manuel Vélez, excarcelado el pasado
miércoles de la prisión de Huntsville, en Texas, después de
pasar nueve años tras las rejas acusado de homicidio y en
espera de ejecución. "Todos hemos vistos las mismas cosas", dijo Sabrina Butler,
la única mujer exonerada de la pena de muerte en Estados Unidos. "No debemos preocuparnos de los juicios, compartimos las
mismas experiencias", observó la mujer, que era una adolescente
de Mississippi cuando fue condenada por la muerte de su hija. Luego se estableció, sin embargo, que la niña murió mientras
dormía por una enfermedad renal: pero entretanto Sabrina pasó
cinco años en el pasillo de la muerte. "Estaba en la celda 23 horas por día, pero lo más difícil es
saber que el día de la ejecución está cerca y que no puedes
hacer nada al respecto", agregó. Aquellos que logran dar vuelta su condena vuelven a la
sociedad en medio de mil dificultades, y muchos sufren de estrés
postraumático, sostiene "Witness to Innocence", que pide la
abolición de la pena de muerte. Randy Steidl pasó 17 años en una prisión de Illinois, de los
cuales 12 fueron en el pasillo de la muerte, antes de ser
exonerado en 2004. Hoy se encuentra en el consejo de la asociación y es uno
de los más comprometidos con la causa: "El gobierno federal es
personalmente responsable de los errores judiciales. Que al
menos nos dé dinero para permitir vivir a quien siendo
inocente atravesó el infierno", reclamó.
DAC/ACZ
16/10/2014 20:40
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