Por Claudio Salvalaggio
KIEV, 1 (ANSA)- Ya hay una guerra abierta entre Kiev y Moscú
en el este ucraniano, aunque no declarada oficialmente, e
incluso negada por Rusia, que sigue desmintiendo su intervención
militar. Empero, Ucrania denuncia "enfrentamientos ásperos" con tropas
rusas en Donetsk y Lugansk, donde el ejército se ha batido en
retirada como casi en todas partes, y evoca una "gran guerra
jamás vista en Europa desde los tiempos de la Segunda Guerra
Mundial" como lo advirtió el ministro de Defensa, Valeri
Gheletei.
También la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, lo
admitió, frente al Bundestag: "Ya es claro que no estamos frente
a un conflicto en el interior de Ucrania, sino en un
enfrentamiento entre Rusia y Ucrania", dijo. Merkel también recordó la preparación de "nuevas acciones
substanciales" por parte de algunos países de la Ue, como los
bálticos. Le hizo eco el premier polaco Donald Tusk, apenas designado
presidente del Consejo Europeo, que, conmemorando el 75to.
aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, puso en
guardia contra los peligros de una guerra "no sólo en el este
ucraniano" y la repetición del escenario de septiembre de 1939,
el de la invasión nazi de Polonia. El ministro de Exteriores ruso, Serghiei Lavrov, sigue
jurando que "no habrá una intervención rusa en Ucrania"
relanzando la necesidad de un cese del fuego inmediato sin
condiciones. Empero, el grupo de contacto -Osce, Kiev, Moscú y líderes del
este ucraniano- decidieron hoy en Minsk, durante una reunión de
cuatro horas, seguir las negociaciones en los próximos días para
estudiar las propuestas recíprocas. Las de los rebeldes, no obstante, parecen difícilmente
aceptables para Kiev: están listos a seguir en el país a cambio
de un estatus especial para sus regiones, que les permita
administrar la seguridad, designar a los magistrados y realizar
la actividad económica con una mayor integración con Rusia y la
Unión aduanera. Además de una amnistía generalizada. Requerimientos audaces que parecen prefigurar el desgarro
final, el que, según analistas rusos, está persiguiendo el
Kremlin luego del rechazo de Kiev de tratar sobre el
federalismo. En caso de fracaso de las negociaciones, siempre según los
expertos rusos, Moscú podría apoyar el nacimiento de un estado
"amortiguador", como ya lo hizo en Georgia con Osetia del sur y
Abjazia, y en Moldavia con Transnistria. Con el objetivo de poner el bastón entre las ruedas a la
integración europea de Ucrania, y, sobre todo, a su adhesión a
una OTAN que también hoy, en la vigilia de la cumbre de la
Alianza el 4-5 de septiembre en Gales, promete con su secretario
general saliente, Fogh Rasmussen, ser "más visible en el este". El escenario podría ser posible por el éxito de la
contraofensiva de los rebeldes con la ayuda rusa, aunque queda
por determinar la extensión de la "Nueva Rusia". Ucrania admitió siete bajas militares en las últimas 24 horas
y 680 capturados, el 80% de los cuales en el intento de romper
el cerco en Ilovaisk.
Los militares ucranianos se retiraron también del aeropuerto
clave de Lugansk, a causa de los disparos de artillería tan
precisos que no hay dudas de que fueron disparados por efectivos
rusos. También hay combate en torno al aeropuerto de Donetsk. Al sur, sobre el mar de Azov, Mariuopol parece resignada a
ser tomada, mientras ayer dos lanchas patrulleras de la guardia
fronteriza fueron atacadas en la costa por misiles guiados, con
un balance de siete heridos y dos desaparecidos. También la presidenta del comité madres de los soldados de
Rusia, Valentina Melnikova, está convencida de que en Ucrania
operan tropas rusas, con entre 10.000 y 15.000 soldados enviados
en los últimos dos meses, y unos 7.000 a 8.000 presentes
actualmente. "Las pérdidas se contarán no en el orden de cientos sino de
miles y hasta decenas de miles", avisó el ministro de Defensa
ucraniano. "Hoy enfrentaremos a las divisiones y regimientos, mañana
pueden ser los cuerpos de ejército" agregó, evocando una nueva
"gran guerra patriótica" contra Rusia. El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, es más cauto y
habla de una "agresión directa e indisimulada del estado vecino"
confiando en las nuevas sanciones europeas que están afectando
al rublo. Por su parte, Putin augura que "prevalezca el buen sentido" y
que "ni Rusia ni la UE paguen los costos derivados de estos
fastidios". En tanto, le recuerda a Occidente que Moscú ya está mirando
al este, inaugurando con el vicepremier chino el inicio de la
construcción del gasoducto de 70.000 millones de dólares "La
Fuerza de Siberia" que con sus 3968 kilómetros llevará el metano
ruso desde Siberia oriental a China.
SAV-GMA/ACZ
01/09/2014 21:25
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