Por Sami al-Ajrami
GAZA, 28 (ANSA) - El misil explotó en la tarde de hoy,
mientras decenas de niños se divertían en un parque de juegos en
Shati, norte de Gaza.
En torno a ellos había un clima alegre, hoy se celebraba el
Eid el-Fitr, el fin del mes del Ramadán, la fiesta en la cual
los adultos le regalan ropa y juguetes a sus hijos, para
hacerlos felices.
En las inmediaciones no había objetivos militares, ni adultos
que pudieran parecer combatientes. La deflagración fue muy poderosa, dicen fuentes locales. Dieciséis personas, entre ellas ocho niños (el más grande
tenía 13 años), fueron muertas en el lugar. En total hubo 40
heridos, entre ellos unos 20 pequeños. En Gaza la ola de desprecio fue inmediata. Creció aún más
cuando los pequeños cuerpos fueron trasladados al hospital de
Shifa, el principal de Gaza.
La vista de los cadáveres cubiertos de esquirlas desgarró al
equipo médico, que desde hace tres semanas enfrenta los horrores
en los más de mil muertos y seis mil heridos. "Dios, maldice a Israel", gritaban muchos, mientras los
padres de los niños trataban de llegar a la morgue para poder
dar una última mirada a sus pequeños. Desde hace semanas, Shifa es también un reparo para los
desplazados. Sus corredores están congestionados. Poco antes de
la masacre de Shati, también en Shifa se creó el pánico cuando
un ambulatorio fue sacudido por una fuerte explosión. Muchos se dieron a la fuga, otros tuvieron la impresión de
haber visto después de la llamarada a al menos dos muertos. Pero
se equivocaron. En Gaza, entre la multitud no hay alguna duda de que la nueva
tragedia -como las anteriores- es culpa de Israel. Desde el hospital Shifa el cortejo fúnebre con los pequeños
cuerpos se dirigió, seguido por cientos de personas, hacia el
cementerio vecino de Sheikh Radwan.
Muchas personas asomadas a las ventanas lanzaban al cielo
expresiones de cólera: "Allah Akhbar" (Alá es el más grande),
gritaban.
Pasaron apenas dos horas desde que los niños estaban en su
campo de juegos y ahora se encontraban, sin vida, entre los
padres shockeados por la dramática rapidez de los hechos, en una
gran mezquita para la oración de despedida. Poco después, con toda rapidez, cinco cuerpos fueron
inhumados. En diez minutos había terminado todo. Para los otros era necesario esperar a los padres, que en la
confusión no lograban todavía llegar al cementerio. La jornada había comenzado en un clima de optimismo cauto,
con una tregua humanitaria sustancialmente observada por Hamas e
Israel. Como marca la tradición, la gente de Gaza había comido
pescado salado y había dado inicio a la festividad del Eid
el-Fitr, el fin del Ramadán. Ausentes en las mesas, dado el clima de luto general, los
dulces de rito; el café hoy se sirvió amargo. Luego, visto la rara posibilidad de salir a la calle, muchos
habían ido a dar las condolencias a amigos y parientes golpeados
por el luto, o a visitar a quien en las semanas pasadas
perdieron las casas. En las escuelas donde son alojados los desplazados la
solidaridad humana es más tangible. Estas personas sin nada en el mundo trataron de darse fuerza
en ocasión de la fiesta. Recibieron visitas de aliento de sus
vecinos del barrio, mientras hombres de negocios sorprendieron a
los niños desplazados llevándoles regalos y dulces. Pero en la tarde los innumerables incidentes en Beit Hanun,
Khan Yunes y otros lugares preanunciaron una tormenta. Cuando al final llegaron las noticias del campo de refugiados
de Shati, la indignación fue general. Se esperaba que la tregua humanitaria pudiera prolongarse
algunos días; pero "la masacre de los niños del Eid el-Fitr",
como muchos la llaman, parece haber impreso un vuelco en el
conflicto con Israel.
COR-AGR/ACZ
28/07/2014 23:02
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